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Nuestro sentido comun

¿Necesitamos una cerca?

¿Necesitamos una cerca? Muchos estadounidenses reclaman en estos momentos la construcción de una cerca pero, ¿Quien la necesita? ¿Ellos o nosotros?

Algunos ya habrán oído sobre este tema. Un grupo de estadounidenses pide la construcción de una cerca en la frontera entre Estados Unidos y México. Tendría más de 3000 Km. y características similares al muro de Berlín, pero con tecnología actual. Quien quiera ver un dibujo de cómo seria semejante engendro, puede verlo en la página www.weneedafence.com
Los inmigrantes, sean o no sean ilegales, hacen todo tipo de trabajos que los estadounidenses no quieren hacer. En muchos casos, quienes no acepten las condiciones de explotación que les esperan son amenazados con que se denuncie su situación de ilegales. Si esos trabajos los hicieran ciudadanos estadounidenses, habría que pagarles más, y ofrecerles diferentes condiciones laborales.
Entonces… ¿Por qué quieren una cerca? Porque ya tienen mas que suficientes inmigrantes a quienes explotar. Si pudieran entrar aun más, buscarían la nacionalidad estadounidense, podrían votar, y podrían así decidir sus propios destinos. Definitivamente, a muchos estadounidenses no les gusta la idea de tener a inmigrantes que hablan español como vecinos y con los mismos derechos. La igualdad les parece una amenaza. Pasemos de la afirmación a la demostración. Primero: En Estados unidos está la sede de las Naciones Unidas, pero este país no acepta las resoluciones de tal organismo si no le son convenientes. Además, tiene una banca permanente en el consejo de seguridad, con poder de veto.
Segundo: el gobierno de Estados Unidos no acepta firmar el Protocolo de Kyoto, porque “afectaría su economía”. ¿No afectó su economía el huracán Katrina, entre otros, causado por el cambio global del clima, causado a su vez por la contaminación? Tampoco le reconoce autoridad sobre su gente al Tribunal Penal Internacional. Por el contrario, pide inmunidad total para las tropas que instala en otros países. Se considera también con el derecho de secuestrar a cualquier persona que consideren una amenaza para su seguridad nacional, en cualquier parte del mundo. EL vicepresidente ha pedido que sea aprobado el uso de tortura en sospechosos de terrorismo, y esa práctica inhumana, no aprobada oficialmente, es utilizada, como todos sabemos.
Tercero: es el país con mayor producción y almacenamiento de armas nucleares, químicas y biológicas. Tiene el mayor presupuesto militar y el mayor poder militar, mayor al de otras varias potencias juntas. Evidentemente, no les interesa la igualdad, como sucedería con una democracia, sino la superioridad en todo terreno.
Cuarto: No aceptan ni aplican nuestro sistema métrico decimal ni nuestra escala de temperatura. En lugar de eso, tienen el ridículo conjunto de pies, yardas, millas, pulgadas, galones, grados Fahrenheit, etc.
Quinto: quieren ser los más avanzados en ciencia y tecnología, pero como no les da la cabeza para eso, contratan a los mejores profesionales que puedan encontrar en otros países. Para esos profesionales no hay cercas ni muros: son contratados y nacionalizados en tiempo record.
Hay mucha diferencia entre lo que se quiere y lo que se necesita. Quieren una cerca. ¿Qué necesitan? Sentido común.
Si realmente supieran lo que necesitan, no hubieran elegido (ni re-elegido) como presidente al individuo más imbécil del planeta. El mismo que los metió en un nuevo Vietnam y en el déficit más grande de toda su sangrienta historia.
Nosotros, los latinoamericanos, necesitamos una cerca que mantenga a tantos imbéciles, junto con sus políticos y militares, dentro de los límites de su país. Sería bueno mantenerlos dentro de su territorio, ya que está demostrado que son peligrosos para sí mismos y para el resto del mundo.
La cerca es posible, y no se trataría de un costoso y colosal proyecto. La cerca se llama BOICOT.
De nuestros países sale lo que ellos necesitan: materias primas, profesionales, y sobre todo, dinero. Dinero por sus series de TV, sus películas, su música, sus destinos turísticos, sus bebidas azucaradas (buenas para aflojar tornillos),sus libros, y toda su “cultura” de poco valor pero alto precio. Rechacemos todo lo que diga “Made in USA”. Pongámosle límite a la maldad y la locura, porque de eso dependen nuestros trabajos y nuestras vidas.
 

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